En un País Sin Memoria / In a Country Without Memory
A special poetry edition on the protests in Colombia.
Queridos lectores,
Nací y me crié en Bogotá, Colombia, y viví allí hasta que me mudé hace una década a los Estados Unidos de América. Durante mi vida de colombo estadounidense siempre he tenido formas de recordar de donde vengo. Algunas veces lo que recuerdo ha sido a partir de asociaciones conceptuales que se tienen sobre la historia y realidad violenta reciente de mi país desde la mitad del siglo XX, asociaciones a cosas como drogas, paramilitares, guerrillas, corrupción, desigualdad, inequidad, masacres, y violencia. La lista continua, se repite y se permuta entre quién hace qué y a quién. Y durante este año en que hemos padecido algo que nos ha conectado como pocas veces antes–la pandemia por causa del coronavirus SARS CoV-2–,varias cosas han quedado claras. Como lo que se oye claro y fuerte del clamor de la población colombiana y lo que no aguanta ni quiere más.
Las protestas en Colombia comenzaron por una reforma tributaria y rápidamente se expandieron, tocando otros temas como las presiones económicas que han sido causadas por la pandemia. La comunidad internacional ha estado condenando a las fuerzas militares y policía colombiana por la represión efectuada en estas protestas, las cuales han causado cientos de heridos y decenas de muertes. La situación sigue todavía en un vaivén, más de un mes y medio después. Incluso esta semana pasada ha habido una suspensión de las marchas. En la misma semana el Presidente Duque ha modificado los términos legales que determinan lo que es una protesta pacífica y lo que no lo es, esencialmente modificando un decreto legal que justifica el uso de fuerza en protestas que bloquean calles y vías.
Es urgente y demanda de nuestra atención. Y ahora que se cumplen tres décadas desde la constitución del 91, la llamada constitución “de los derechos”, ojalá se honre y cumpla lo acordado en ese entonces. Y sino, que se cree algo más verdadero y acorde al pueblo. En este tiempo en que ha habido represión y violencia hacia aquellos que protestan en Colombia recuerdo mucho las palabras del filósofo y matemático que fue senador y alcalde de Bogotá, Antanas Mockus: La vida es sagrada, cada vida es sagrada. Esa lección todavía no es entendida. Y las manchas de la violencia en todas sus formas nos siguen untando.
“Limpiamos el fuego / de nuestros ojos / pero las calles siguen ardiendo'', escribe Sirena Rayes sobre lo que acontece con violencia y persiste en el país y sus calles. Al leer estas palabras, y al ver la forma en que se ha movilizado la población, me percato que no es cuestión de no tener memoria, sino de usar lo recordado como catalizador de acciones irrefutables para la mejora del país. En las palabras de Lissa Reyes Camacho, “Arranca las espinas que son de tu propia tierra.”
Encuentren los conmovedores poemas aquí abajo.
Atento y pendiente,
Camilo Garzón
Jefe de redacción
Poets Reading The News
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Dear Readers,
I was born and raised in Bogotá, Colombia, and I lived there until I moved to the US a decade ago. During my time as a Colombian-American, there have always been ways of remembering where I come from. At times, these reminders have stemmed from the negative associations that accompany both the history of my country and its violent reality since the mid twentieth century– drugs, paramilitary operations, guerrilla warfare, corruption, inequality, inequity, massacres, and violence. The list continues. It repeats itself, and its damages multiply. Especially throughout this year, as the COVID-19 pandemic has both connected us and forced us apart like never before. The clamor and uproar of the Colombian people rings loud and clear– fed up with injustice, and refusing to live with it anymore.
The protests in Colombia started due to tax reform, and quickly expanded to address long-standing inequalities and pandemic-related economic pressures. The international community has condemned the Colombian military and the police repression of these protests, which has resulted in hundreds of wounded and dozens of deaths. A month and a half later, the situation remains in a back-and-forth flux. Just this past week, there was a suspension of marches. And, in the same week, President Duque has altered the legal terms that determine what a peaceful protest is and isn't, essentially modifying a legal decree to justify the use of force in protests that restrict streets and highways.
The situation is still urgent and demands our attention. And now, three decades after the ratification of the so-called “rights” constitution of 1991, it is my hope that what was agreed upon back then will be honored and fulfilled. If not, then to conceive of something truer and greater for the people. During this time of repression and violence against those who protest in Colombia, I reminisce over the words of philosopher and mathematician Antanas Mockus, who was also recently a senator and the once mayor of Bogotá: Life is sacred. Each life is sacred. That message has not yet been fully understood or realized. Violence and its bloodiness continues to stain us.
“Limpiamos el fuego / de nuestros ojos / pero las calles siguen ardiendo,” writes Sirena Rayes below about reacting to the violence that persists in the country and on its streets. In reading these words, and in seeing the Colombian population mobilize, I realize it’s not only a matter of remembering, but also one of transforming that memory into irrefutable action that betters the country. In the words of Lissa Maria Reyes, “Arranca las espinas que son de tu propia tierra.”
Find both of these stirring poems below.
In attention,
Camilo Garzón
Managing Editor
Poets Reading The News
E.N. ~ With much gratitude to Sophia Marina, Managing Editor, for the translation.
Gas Lacrimógeno y Lluvia
By Sirena Rayes
limpiamos el fuego
de nuestros ojos
pero las calles siguen ardiendo
el humo sube
con el costo de la vida
tiramos nuestras voces
tiro tras tiro
golpeamos ollas vacías
juntamos nuestra hambre
con la esperanza
que queda
entre nuestros dientes
y escupimos
hasta que nos escuchen
hasta que podamos abrir los ojos
sin miedo
a lo que viene
Resurrección
By Lissa María Reyes
¡Solo tú sabes la verdad!
Has sido testigo de cada tiro de gracia que terminó aferrándose a ti,
Has sido tu quien me ha alimentado y a los que vendrán.
¡Abre tus raíces, grítalo!
Te has estremecido ante el ardor del rocío,
Has visto cómo han muerto de hambre tus hijos.
Te escupieron tu propia sangre
Y aún sigues dormida.
¡Despierta!
Escucha los gritos de tu hija
A quien se llevaron y desgarraron hasta matarla.
Siente las pisadas de tu hermano que moribundo
Se arrastra por tus venas hasta tus huesos.
Huele la angustia de tus abuelos que
Regaron por el camino las semillas que ahora consumes.
¡Estalla!
Saca el aliento de las aguas que aún son cristalinas,
Arranca las espinas que son de tu propia tierra.
Mírate en los ojos de vidrio,
Con los que te ve tu madre.
¡Revive!